Como era de esperar, se cambio la ruta de Vall d´uixo por una ruta por Agres, con la esperanza de encontrar nieve, como la otra vez que estuvimos.
Salimos de la gasolinera en dirección a Agres donde nos esperaban el resto del grupo que se había animado a venir. Llegamos sobre las 8:30 y cuando nos disponíamos a iniciar la ruta, Nuria salió del bar con una bandeja de pastelitos de moniato que había comprado en su pueblo, ricos que estaban y fuerza que nos dieron para afrontar la dura pendiente que hay hasta el santuario. Cuando llegamos arriba nos detuvimos a ponernos las polainas y tomar un poco de aire. Había poca nieve y la mayoría estaba helada por lo que dificultó el paso, había que ir con mucho cuidado por los resbalones. Poco a poco fuimos tomando altura en busca del refugio, la nieve apenas cubría la tierra pero hacia que el paisaje fuera diferente con esas pinceladas de blanco. Cuando llegamos al refugio pudimos ver todo un manto blanco y el lago helado, los rayos del sol hacían brillar aun más el blanco de la nieve. Seguimos hacia el collado donde se une la senda que sube de Cocentaina y desde allí al pico. Casi todo el trayecto fuimos sobre una capa muy fina de nieve, que crujía a nuestro paso. Cuando llegamos a la cima el aire era fresquito, buscamos donde resguardarnos pero había muchísima gente y pocos rinconcitos donde meterse, al final nos metimos detrás de unos matorrales y de pie nos comimos el bocadillo, pues para sentarse había que hacerlo sobre la nieve.
Una vez almorzado subimos al punto geodésico donde nos hicimos la foto de grupo y seguimos la ruta de regreso al refugio, pero esta vez haciendo la ruta circular, bajando por la otra vertiente, dándole toda la vuelta al pico y fuimos a enlazar con la pista que habíamos tomado a la ida. Llegamos al refugio y visitamos la cava arquejada, nos hicimos otra foto de grupo con el Montcabrer al fondo.
La bajada fue muy lenta pues había bastante hielo y había peligro de resbalarse, poco a poco fuimos bajando hasta el santuario, con algún que otro sobresalto pero sin ninguna caída.
Llegamos a la plaza nos despedimos, satisfechos de haber realizado una ruta diferente, pero encantadora.
PD. A veces vale la pena aventurarse si quieres sorprenderte.
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