Para hoy propuse hacer una ruta con Irene, Roberto, Lorena, Paco y Almu, se trataba de pasar un día en familia en plena naturaleza por el Rincón de Ademuz.
Eran las 8:45h cuando llegábamos a Ademuz, nos tomamos un café y reservamos mesa para comer, esperando estar sobre las 2:30h. La mañana se presentaba agradable para caminar, el sol apenas calentaba y la temperatura era muy buena. Aparcamos los coches cerca del transformador donde comenzaba la ruta, nos colgamos mochilas y en marcha, bajamos al cauce del río y cruzamos por un puentecito de madera donde se ven las señales del PR, andamos unos cuantos metros de senda en la que tuvimos que ir sorteando las enormes babosas que en ella lentamente se movían, un pequeño entrante para lo que al final nos sucedió.
Seguimos por la pista, abandonamos las señales y cruzamos el río por un vado sin agua, para ir tomando altura entre campos de almendros, nogales y alguna higuera que otra.
Al ir charlando hizo que tardáramos un poco en darnos cuenta que no parábamos de subir, los aromas del campo nos deleitaban y una leve brisa nos acariciaba haciendo mas soportable la subida. Vimos algunos agricultores recolectando almendras, también una pequeña serpiente viva en mitad del camino que apenas se movía, parecía que le habían dado un golpe y estaba boca abajo, Roberto con un palo la enderezó y ella sola se enrolló, la dejamos allí mismo y seguimos camino. Eran las 10:30h y los estómagos empezaban a protestar, encontramos un sitio con rocas donde sentarnos y almorzar, Irene hizo un comentario en el que mas de uno estaba de acuerdo y es que lo mejor de salir a andar son los almuerzos.
Ya de bajada camino de Vallanca las fuerzas empezaban a flaquear, cruzamos el pueblo y nos dirigimos camino de Ademuz por el río Bohílgues, pasamos por las huertas donde había tomates, sandias, calabazas, manzanos…, nos comimos algunas moras que por los márgenes del camino había y algún higo.
El susurro del agua nos acompañó en este precioso tramo, con sus aguas cristalinas y sus cascadas, los árboles empiezan a tomar los colores propios del otoño.
Nos cruzamos con una antigua compañera de rutas que junto a una amiga tenían la intención de pasar todo el día por la zona haciendo lo que más nos gusta disfrutar de la naturaleza. Llegamos a una cascada donde hay una poza que te invita a bañarte por sus aguas tan transparentes, nos hicimos varias fotos, incluida la de grupo que una mujer que se encontraba por allí tuvo la amabilidad de hacernos, aunque no estuvo muy acertada pues tanto colocarnos en alguna de ellas tapó la cascada. Seguimos y las caras reflejaban el cansancio pero ya faltaba pocoy llegamos al colmo de la ruta, cuando nos faltaban unos 500m e íbamos por una pista con árboles a un lado nos dimos cuenta que de ellos colgaban con una especie de hilo de araña unos gusanos no muy grandes que si no te dabas cuenta te los llevabas por delante, este tramo se hizo desagradable ibas más pendiente de por donde caminabas para evitar los gusanos y las babosas, pero solo quedo en risas y en algún “Pero que asco”, por ello he titulado la ruta va de bichos.
Llegamos a los coches y en una fuente que hay nos aseamos, nos cambiamos y nos fuimos a comer eran las 2:30h cuando entrábamos en el restaurante eso es ¿puntualidad o casualidad? Nos comimos casi todo lo que nos pusieron y después de fotografiar una preciosa ermita, nos volvimos a casa.
Un día precioso haciendo familia, lejos de las tecnologías que nos distraen y nos hacen perdernos estos momentos tan especiales de dialogo y convivencia.
Gracias por el esfuerzo que habéis hecho todos, pues se que no os gusta mucho las grandes caminatas ni los madrugones.
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